Nuestro lugar en la Historia

El marco territorial de Extremadura a lo largo de la Historia

Introducción

Este año he entregado mi TFG en Geografía e Historia y, desde el primer momento, mi intención ha sido que no acabara olvidado en un cajón. Me gustaría que contribuyera al imprescindible replanteamiento historiográfico que Extremadura necesita pero me conformo con que (al menos) nos haga reflexionar acerca de la forma en que nos percibimos a nosotros mismos como extremeños y extremeñas. Es por ello que he querido escribir este artículo a modo de resumen y con el fin de exponer las conclusiones del mismo.

A lo largo de la Historia, el relato histórico (lo que los historiadores llamamos historiografía) siempre estuvo en manos de las clases gobernantes. En otras palabras, los historiadores han acostumbrado a contar(nos) el relato (desde el punto de vista) de los poderosos. No en vano, siempre se ha dicho que la Historia la escriben los vencedores: glorificando lo que les interesaba, omitiendo lo que no resultaba conveniente o directamente falseando la realidad de los hechos.

Por tanto, resulta evidente que el relato histórico es una herramienta que permite controlar una sociedad y que, por desgracia, permite borrar la memoria colectiva de un pueblo. Pero también es evidente que conocer la verdadera Historia de una sociedad permite hacerla progresar. Y que un pueblo que conoce y escribe su propia Historia está mucho más cerca de alcanzar su dignidad colectiva.

Se trata ahora de poner la Historia de nuestro lado, de contarnos nuestra propia Historia, desde Extremadura, porque conocerla nos va a permitir conocer las causas de nuestros problemas colectivos y nos va a permitir descubrir el camino a seguir en el futuro.

Parafraseando a Karl Marx, los historiadores, hasta el momento, no han hecho más que interpretar de diversos modos Extremadura; ahora de lo que se trata es de transformarla. Es la hora de los nadies que decía Eduardo Galeano, porque llevamos toda la vida leyendo una Historia de Extremadura en las que extremeños y extremeñas aparecemos sólo como actores secundarios y figurantes.

Por eso, Extremadura necesita empezar a escribir su propio relato histórico para empezar a construir su futuro.

1. ¿DE DÓNDE VENIMOS?

El objetivo de este TFG es dar a conocer la organización territorial, a lo largo de los siglos, del territorio que hoy en día conocemos como Comunidad Autónoma de Extremadura para después mostrar las consecuencias y los contrastes, tanto territoriales como económicos, con otros territorios del Estado que estas reformas administrativas han ido provocando en la actual Extremadura. Todo ello nos va a permitir también comprender las causas y el sentido de los diversos cambios de paradigma vividos, es decir, el centralismo, el regionalismo, el federalismo y el actual autonomismo.

En primer lugar, en cuanto que estamos hablando de todas las causas de la organización territorial de Extremadura, es necesario hablar del espacio marco geográfico en el que se inscribe, ya que, de por sí, explica muchas de las divisiones, demarcaciones y organizaciones territoriales que han tenido lugar.

Desde un punto de vista geográfico, Extremadura se encuentra en la cuenca del curso medio-bajo de dos grandes ríos peninsulares, el Tajo y el Guadiana. Desde un punto de vista biológico, paisajístico y ambiental, la actual Extremadura tiene su continuación en las regiones hoy conocidas en Portugal como Alentejo y Ribatejo. Tal y como podemos ver en un mapa físico, no existe ninguna variación en la dirección este-oeste ni ningún obstáculo geográfico que lo interrumpa, lo que la convierte en un territorio eminentemente atlántico.

La primera noción o conciencia territorial que tenemos es la unión que formaban lusitanos y vetones. Roma la reconoció en el 140 a.C. como territorio libre e independiente para después acabar convirtiéndola en la Lusitania romana. Después llegaron los visigodos, que mantuvieron la provincia lusitana, y, más tarde, los musulmanes, que, tanto durante el Califato, en forma de cora, como después, siendo Reino de Badajoz, mantuvieron intacto el espacio geográfico y político natural de Extremadura. Hasta ese momento, bien entrada ya la Edad Media, la actual Extremadura había venido formando siempre parte de una unidad territorial hasta el Océano Atlántico, y es a partir de este momento, con la conquista cristiana por parte de los reinos de Portugal, León y Castilla cuando este continuo queda interrumpido por primera vez.

Es decir, hasta este momento, los entornos geográfico y político de Extremadura se habían correspondido. A partir de este momento, la relación política y administrativa de la actual Extremadura pasará al eje norte-sur, un eje que, como decíamos, atiende de manera ilógica e inapropiada al entorno geográfico, ecológico y ambiental de Extremadura.

Así, fuimos pasando de ser la Extremadura del Reino de León, a lo largo del siglo XIII, a ser la provincia de Extremadura en la Corona de Castilla, ya en 1390, pero de forma definitiva desde 1653. En el siglo XVIII triunfa el centralismo ilustrado y se conforma la España que hoy conocemos. Extremadura pasa a ser una provincia meramente administrativa hasta que en 1833 el ministro Javier De Burgos da un paso más estableciendo la división provincial que hoy conocemos y que tiene como resultado la partición de Extremadura por la mitad.

Conviene aquí recordar las palabras de Grande Baudesson en 1909, presidente de la Diputación de Cáceres por aquel entonces, cuando aún estaba muy vivo el recuerdo de la división:

“Ni siquiera la absurda división administrativa en provincias, partiendo a la región, natural ‘por gala’, en dos y arrebatándole porciones para agregarlas a las colindantes, consiguió, felizmente, romper el nexo interno de la extremeñería”.

La Constitución Federal de 1873, que no llegó a ver la luz, hubiera permitido borrar esa raya y organizar Extremadura de forma conveniente pero así hemos llegado a este 2020, enfrentados y divididos, como si unos fuéramos culpables de la desgracia de los otros, sin darnos cuenta de que en realidad somos tierra rica de gente pobre y que nuestra riqueza escapa y es disfrutada lejos de aquí sin que revierta en el territorio y en la gente.

Y lo que es casi peor, ambas provincias acabarán señalando a la Junta como obstáculo y causa de la situación, en lugar de verla como la solución, por culpa de su inoperancia e incapacidad para evitar tanto el saqueo de nuestros recursos agrarios, energéticos y humanos como para resolver la bipolarización provincial.

Esto ocurre, como apuntaba Manuel Clavero, ministro para las regiones durante la Transición, porque quienes gobiernan la Junta no quieren asumir la Autonomía que la Constitución les ha dado. Quienes han estado al frente de la Junta de Extremadura desde 1983 no han sido más que simples sucursales del poder central; por eso creen que Extremadura no tiene derecho a gestionar sus propios recursos ni a que su riqueza revierta en el pueblo extremeño.

2. LA SITUACIÓN ACTUAL: EL ESTADO AUTONÓMICO.

El paradigma en el que nos encontramos en el año 2020, en lo que a ordenación territorial se refiere, es la Extremadura autonómica. Es decir, el régimen autonómico nacido de la Constitución de 1978, que tiene una clara base provincial ya que se prefirió no mencionar las regiones, tal y como sucedía en la Constitución de 1931 de la II República.

Uno de los principales objetivos que se persigue al introducir las Autonomías en la Constitución es reducir las grandes desigualdades interregionales de España. Eran, en aquel entonces, reveladoras, sin ir más lejos, las diferencias de renta, los niveles de paro y emigración, la calidad de infraestructuras o los niveles de formación educativa. Y la tendencia era, precisamente, hacia el aumento de las desigualdades. Por este motivo se introdujeron en el texto constitucional toda una serie de preceptos que permitieran la convergencia gradual de los niveles de vida de las diferentes Comunidades. El artículo 1, con el principio de igualdad, el artículo 2, con el principio de solidaridad, el 131, que permite la planificación para armonizar el desarrollo regional; el 138, que proclama la garantía del Estado para velar por el equilibrio económico, adecuado y justo entre las diversas partes del territorio español, atendiendo a las circunstancias del hecho insular e impidiendo que los estatutos de autonomía contengan privilegios económicos y sociales; el 158-1, que garantiza un nivel mínimo en la prestación de los servicios públicos esenciales en todo el territorio nacional, y el 158-2, que ordena la constitución de un fondo de compensación dedicado a la corrección de desequilibrios económicos interterritoriales para hacer efectivo el principio de solidaridad.

El 11 de septiembre de 1978 se constituye la Junta de Extremadura siendo Luis Ramallo su primer presidente. Se pone así en marcha el periodo preautonómico y un largo proceso para alcanzar la autonomía a través del artículo 143, es decir, la conocida como ‘vía lenta’, ya en 1983. Mientras tanto, en 1979 Pedro de Lorenzo proponía cuatro provincias con capital en Mérida: Plasencia, Cáceres, Los Barros y La Serena. En 1980, Adolfo Maíllo decía: “las dos provincias son una rémora para la buena marcha y desarrollo de las regiones”.

El proceso fue largo, entre otros motivos por la cuestión de la proporción de cada circunscripción electoral ya que, del total de la población de Extremadura, la provincia de Badajoz tiene el 60% y Cáceres el 40%. No hubo mayor problema en ser generoso en la preautonomía ya que era provisional y se resolvió por paridad, es decir, los mismos representantes de Cáceres que de Badajoz. Sin embargo, a la hora de la redacción del Estatuto definitivo, tras un largo debate, los representantes de Cáceres tuvieron que renunciar a la paridad y los de Badajoz al reparto 60-40, llegándose a un acuerdo final en el que quedaba ponderado el reparto. Hay que decir que todo este problema se podría haber evitado si la LOAPA hubiera permitido una circunscripción única para Extremadura. Aparentemente se supera el marco provincial con las Autonomías pero a la vista quedan los problemas que sigue generando la biprovincialidad.

Es en este contexto preautonómico cuando se publica ‘Extremadura Saqueada’. Los propios autores concluyen su obra deseando que una futura Autonomía ponga remedio a esta situación.

El 25 de febrero de 1983, y tras un largo proceso comparado con el de otras Autonomías, se aprueba definitivamente el Estatuto de Autonomía de Extremadura. Con la Autonomía recién aprobada, son enormes las esperanzas y las expectativas depositadas en su capacidad para mejorar la realidad socioeconómica, tanto en Extremadura como en otras regiones subdesarrolladas del resto del Estado. Manuel Clavero nos resume el sentir del momento:

 “La Junta tiene por delante una dura y difícil tarea, la de mejorar la situación del pueblo extremeño, postergado durante tanto tiempo, y sacar a esta tierra del subdesarrollo. Extremadura debe ser una de las regiones españolas que más se beneficie de la corrección de los desequilibrios regionales.”

 

3.      Contrastes territoriales y económicos de Extremadura

  • Los contrastes más evidentes en Extremadura en relación a otras comunidades los encontramos en el ámbito económico. La Autonomía debería haber servido para hacer desaparecer estas desigualdades y que Extremadura convergiera en todos los indicadores de desarrollo socioeconómico con la media estatal, pero es un hecho que esto no está sucediendo salvo en los niveles de formación educativa; al contrario, la brecha no hace sino agrandarse y la renta de las comunidades más desarrolladas ya dobla a la de Extremadura.

Las expectativas no se han visto cumplidas ya que, pese a ser Extremadura una región con excedente agrario y energético, no se ha desarrollado un sector secundario que permita transformarlo en origen y que se reinvierta aquí el beneficio obtenido. En el año 2020, Extremadura es la región más pobre de Europa Occidental y la emigración sigue siendo el destino habitual para la población más joven.

  • En el plano territorial, Extremadura es, junto con Canarias, la única Comunidad Autónoma con dos provincias, si bien es cierto que Canarias, al estar formada por siete islas no percibe del mismo modo el hecho provincial. Esta singularidad supone un obstáculo para la cohesión y el futuro de la misma, ya que el enfrentamiento y los posibles agravios entre las dos provincias siempre estarán presentes. Otras peculiaridades geográficas de Extremadura son su condición fronteriza y su falta de salida al mar. Extremadura tiene, además, las dos provincias más extensas del Estado, si bien este hecho no es por sí mismo causa de ningún contraste territorial.

Conviene, por último, señalar otro hecho externo que, en lo territorial, también ha contribuido a que no se supere esta polaridad. Por un lado, en la división militar, cada provincia pertenece a una región militar distinta; por otro lado, la división universitaria, ya que hasta la apertura de la Universidad de Extremadura en 1972, la provincia de Cáceres pertenecía al distrito universitario de Salamanca mientras que la de Badajoz pertenecía al distrito de Sevilla;  por último, la división eclesiástica, que hace que parte del territorio de Extremadura no pertenezca a diócesis extremeñas. El caso más sonado en este sentido es el de Guadalupe, que pese a ser la Virgen de Guadalupe la patrona de Extremadura, pertenece a la diócesis de Toledo.

  • Por último, en el plano institucional, la Junta tiene suficientes mecanismos y competencias para garantizar el progreso de Extremadura, pero se percibe una cierta renuencia, posiblemente como contraposición a las comunidades “históricas” del Estado, a desarrollar plenamente las competencias. En palabras de Clavero, “es muy difícil la consolidación de una autonomía sin una clase política a la altura de las circunstancias”. Es decir, sin un proyecto propio para Extremadura y con demasiado respeto al desarrollo de las competencias, la Autonomía no es verdadera.

4.      ¿HACIA DONDE VAMOS? LA EUROPA DE LAS REGIONES. EXTREMADURA Y PORTUGAL.

De cara al futuro Extremadura necesita un nuevo cambio de paradigma que supere el actual autonomismo y permita vertebrar de una forma más apropiada el territorio de Extremadura y proyectarlo hacia el oeste, es decir, que permita reconectar Extremadura con el entorno geográfico y ambiental que hemos venido señalando.

Estamos hablando de lo que se viene a conocer con el nombre de ‘La Europa de las Regiones’. Un paradigma novedoso, que implica un sistema de integración regional interestatal con mucho futuro. Por el momento, su símbolo más visible es la Eurorregión ACE, es decir, Alentejo, Centro y Extremadura, y sus límites territoriales evocan claramente los de la Lusitania histórica.

Teniendo en cuenta todo lo que hemos venido viendo a lo largo del presente estudio, podemos afirmar que los límites de esta eurorregión han tenido en cuenta y reflejan todos los aspectos geográficos e históricos de los tres territorios que la componen. Es decir, tanto en el sentido geográfico como en el humano, esta Eurorregión permite volver a conectar ese eje este-oeste que quedó cortado allá en el siglo XIII.

Además, desde el punto de vista de la Geografía Humana y la Ordenación del Territorio, va a permitir unas mayores posibilidades de vertebración, comunicación y desarrollo tanto económico como social, especialmente para Extremadura, en cuanto que va a facilitar la salida al mar por el mayor puerto natural de Europa, en Sines (Alentejo).

5. CONCLUSIONES

A modo de conclusión de todo lo expuesto a lo largo de este trabajo se pueden extraer varias reflexiones o ideas. En lo positivo:

– Podemos decir que, desde un punto de vista territorial, Extremadura ha tenido suerte porque la evolución de la organización territorial ha respetado, de forma más o menos acertada, su singularidad, y ha conseguido evitar varias propuestas descabelladas para despedazarla y que, por suerte, quedaron en el papel, y otras tantas propuestas centralistas que han quedado superadas con las Autonomías.

– Las Autonomías son la oportunidad de solucionar, de una vez por todas, el encaje territorial de España, al beber de una realidad que se plasma en su propio escudo, es decir, la agregación histórica de Reinos y Coronas. Para ello, el marco autonómico permite un rango amplio de competencias exclusivas para garantizar el desarrollo socioeconómico de Extremadura.

– Con la Autonomía, las referencias territoriales deben perder su importancia y se deben ir desmontando tanto el eje norte-sur como el eje centro-periferia que se impuso desde la época del centralismo borbónico hasta el final del franquismo.

– En este sentido, la Autonomía va a permitir, a través del artículo 71 del Estatuto, una relación bilateral con Portugal, retomando así el marco geográfico natural al que tantas veces hemos hecho alusión.

En lo negativo:

Lo conseguido hasta ahora no puede considerarse el final del camino; es decir, no se puede considerar, de ninguna manera, que hayamos llegado al fin de la Historia. Aunque Extremadura haya alcanzado la Autonomía, hemos podido ver la distancia que hay entre la teoría y la práctica del marco autonómico. En consecuencia, Extremadura no lo ha podido desarrollar libre y completamente. Tal y como nos cuenta Clavero, es patente la limitación que la Constitución y la Transición pusieron a la hora de superar estructuras administrativas que en el fondo siguen condicionando a Extremadura. Al menos en cierta medida, el centralismo sigue latente, ya que en un Estado autonómico no tiene sentido la duplicidad Comunidad – Diputación, tal y como queda de manifiesto en las Comunidades Autónomas provinciales, en las que no existe Diputación.

A modo de ejemplo, Extremadura no introdujo en su Estatuto el artículo 57, relativo a las comarcas de Extremadura, hasta la reforma del año 2011 y, además, hasta el momento, no ha desarrollado la ley prevista en el mismo. Tampoco ha optado por el modelo de otras Comunidades Autónomas en el que las Diputaciones son una herramienta al servicio de las Comunidades sino que, en muchos casos, se sigue supeditado a ellas.

– Los logros no son irreversibles y la historia no es lineal. Otra conclusión que se puede extraer, tras observar todo el proceso histórico, es que las reformas nunca duran un largo periodo y que siempre se corre el riesgo de pulsiones centralistas que deriven en una involución.

Mientras sigan existiendo las Diputaciones se seguirá cayendo en una duplicidad que perjudica a la propia imagen de las instituciones y que, en palabras de Clavero, acaba perjudicando más a las Autonomías:

“Empeñarse en mantener una organización estatal más fuerte, sobre todo en materias correspondientes a las Comunidades Autónomas, en debilitar las instituciones de dichas Comunidades y en potenciar las diputaciones provinciales frente a los consejos de gobierno autonómicos conduce al fracaso, por ineficacia, de las autonomías.”

– La Autonomía no ha superado la polaridad biprovincial. Mientras sigan existiendo la Diputación de Cáceres y la de Badajoz seguirán existiendo la tensión interprovincial y la polarización. Ya sabemos que sólo fue posible la disolución de las Diputaciones en el caso de las Comunidades uniprovinciales. Con lo cual, en el caso de Extremadura, no es posible ni la supresión ni la creación de una provincia única, como paso intermedio. Si, al menos, se hubiera podido variar el número de provincias, podría haberse optado por una provincia única o por, al menos, tres o cuatro, de tal forma que desapareciera la polarización.

Como apuntábamos, más allá del ámbito territorial, quienes han estado al frente de la Junta de Extremadura desde 1983 no quieren asumir la Autonomía que la Constitución les ha dado. No creen que Extremadura tenga derecho a gestionar sus propios recursos ni a que su riqueza revierta en el pueblo extremeño. La soberanía es condición indispensable para el futuro de un pueblo y su territorio.

6. PROPUESTAS DE ORGANIZACIÓN TERRITORIAL PARA EXTREMADURA

Por último, este trabajo trata de ofrecer alternativas y propuestas de solución a las diversas situaciones y problemas que el conjunto de estas divisiones territoriales han venido originando en Extremadura a lo largo del tiempo, apuntando especialmente a la Europa de las Regiones y a la integración transfronteriza como paradigma de desarrollo futuro.

Por tanto, si queremos que, de verdad, la Autonomía permita, como leíamos, “superar la tensión interprovincial” y “sacar a Extremadura del subdesarrollo” debemos, precisamente, desarrollar plenamente el marco autonómico dado, desde dos ámbitos de actuación, en consonancia con el principio de subsidiariedad expuesto en el preámbulo del proyecto de Constitución Federal de 1873 y que en su artículo 40 delimitaba competencias y ámbitos de actuación:

 “En la organización política de la Nación española todo lo individual es de la pura competencia del individuo; todo lo municipal es del Municipio; todo lo regional es del Estado, y todo lo nacional, de la Federación”

En el ámbito intraterritorial, hay que avanzar en la comarcalización y en el mancomunación de servicios comunes. Como antes hemos visto, la vertebración de Extremadura en comarcas no es un capricho sino, por un lado, una realidad histórica, y, por otro, un precepto de la propia Constitución y del propio Estatuto de Autonomía. Es más, la tradicional estructura demográfica de Extremadura es dispersa, con núcleos de población dispersos que tienen como nexo la comarca, es decir, como si se tratara de una ciudad con los barrios distantes entre sí.  (Dicho sea de paso, cualquier intento de luchar contra la despoblación no puede pasar por considerar la dispersión geográfica como un problema o una causa de la despoblación). Por tanto, la comarcalización de Extremadura es la ordenación territorial que mejor se ajusta a la realidad socioeconómica y a la geografía humana de Extremadura.

Naturalmente, esto conlleva una revisión del papel de las Diputaciones provinciales, tal y como hemos comentado con anterioridad.

“En cualquier caso, las Diputaciones deben convertirse en un instrumento al servicio de las Comunidades y no en un contrapoder de las instituciones autonómicas”.

Por otra parte, en el ámbito interterritorial, se debe profundizar en el vínculo geográfico natural hacia el Oeste: por un lado, desarrollando lo expuesto en el artículo 71 del Estatuto de Autonomía y, por otro lado, a través de la Eurorregión:

  • Artículo 71 del Estatuto de Autonomía

Este artículo es de especial interés y tiene una gran importancia simbólica porque es, con diferencia, el que mejor muestra la importancia de la soberanía para el desarrollo socioeconómico de Extremadura, ya que propone, desde el principio de reciprocidad, el establecimiento de una política propia y específica para las relaciones con Portugal.

  • Eurorregión ACE

Como veíamos, los límites de esta eurorregión han tenido en cuenta y reflejan de forma acertada todos los aspectos geográficos e históricos de los tres territorios que la componen. Es decir, tanto en el sentido geográfico como en el humano, esta eurorregión permite volver a conectar ese eje este-oeste que quedó cortado allá en el siglo XIII y proporciona el marco administrativo óptimo, es decir, el más lógico, natural y adecuado, para el desarrollo de Extremadura.

Por desgracia para nosotros, desde un punto de vista geopolítico, Extremadura no resulta esencial ni prioritaria para España, es decir, no está en el camino de ninguno de sus intereses estratégicos, como puedan ser Europa, el Mediterráneo o Iberoamérica. Esto se traduce, y debemos asumirlo cuanto antes, en que no debemos esperar ningún plan de desarrollo, industrialización o convergencia por parte del Estado español ya que en su modelo Extremadura es poco más que una colonia de la que extraer recursos humanos, agrarios y energéticos.

Sin embargo, a través del marco geográfico común que dispone la Eurorregión, Extremadura tiene la oportunidad de abrirse al mundo y completar su desarrollo económico y social ya que, como vimos con anterioridad, permite unas enormes posibilidades de vertebración y comunicación, especialmente en lo que concierne al corredor ferroviario hacia el Atlántico.